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Erase una vez…la TV: Que tiempos aquellos

Que tiempos aquellos
Por Fernando Meza

A partir de hoy, el primer jueves de cada mes, Fernando Meza escribirá y hurgará en el baúl de los recuerdos televisivos de aquellos programas que acompañaron nuestra infancia, en una época sin TV cable ni internet, en la sección Erase Una Vez…la TV. Bienvenido al Kiosco, Fernando!!!

La televisión… Horas y horas gastadas frente a la llamada «cajita idiota». Pero, qué le vamos a hacer, soy tevito. Incluso desde antes que naciera. Sí, porque mi madre tuvo un embarazo de alto riesgo conmigo -al menos eso le dijo su médico-, por lo que ella debió pasar al menos cinco de los nueve meses de gestación en cama, con el mínimo movimiento. Y viendo tele, mucha tele.

Y es que desde que tengo uso de razón que veo la televisión. De hecho muchos de mis primeros recuerdos son de programas que daban en la tele. Es más, gracias a ellos he podido fijar mis recuerdos hasta periodos que llegan a mi más temprana niñez. Recuerdos en blanco y negro.

Quizás por ello es que Daniel, el dueño de casa, me invitó a participar una vez al mes en esta nueva etapa de su «Kiosko», como columnista de lo que a mí más me gusta. Así que aprovecho esta tribuna para darle las gracias a quien desde hoy será mi editor. Aunque espero que por ahí no le guste usar las tijeras…

En resumen, esta columna estará dedicada a recordar aquellas viejas glorias de la televisión que tantos buenos recuerdos nos suelen traer cada vez que se nos vienen a la cabeza.

Y para quienes ya hemos superado la barrera de los treinta no deja de ser un placer remontarse a aquellos años en que nuestra querida televisión nos mantenía por horas frente a ella en una época que, vale reconocer, era de grandes problemas. Estoy hablando de la segunda mitad de los años ’70 y la primera de los ’80, cuando en Chile se estaba bajo el autoritario régimen de Augusto Pinochet y en el mundo nada hacía suponer que la Guerra Fría se acabaría.

Hagamos un poco de historia. Antes de 1978 los programas se transmitían en blanco y negro y debíamos conformarnos con la oferta de sólo cuatro canales. Ni siquiera la llegada del color varió la oferta, hasta que en 1987 llegó el cable al país y el 90 comenzó sus transmisiones Megavisión (con lo cual tampoco fue mucho lo que se avanzó, pero bueno).

Sin embargo, esa misma pobreza -que era más de cantidad que calidad- permitió que quedaran fijos en nuestras memorias la mayoría de los programas que se daban, por más estúpidos que fueran. A fines de los ’70 en que luego del colegio, especialmente en invierno, se llegaba a la casa y no existían computadores ni juegos de video (bueno, sí, estaba el «Pong»), el mejor panorama era sentarse a ver la tele mientras comíamos pan con mantequilla.

Cómo olvidar los primeros dibujos animados japoneses que llegaron, como Heidi, Jet Marte y Candy, donde por primera vez el drama se entregaba a raudales a los niños. O esas series con personajes de carne y hueso donde se mostraba un Tokyo apocalíptico luego de la destrucción provocada por las peleas que Ultraman y Ultraseven tenían con toda clase de monstruos espaciales.

De aquellos años, fines de los ’70, recuerdo muy bien a Los Bochincheros (un saludo a la Tía Pucherito ¿cuándo hay otra fiesta kitsh en la Blondie?) que transmitía el entonces Canal 9; Ya somos amigos con la Tía Patricia y el buzón Preguntón (en cuyo interior estaba Florcita Motuda), y La Cafetera Voladora -ambos de Televisión Nacional-; y Sacapunta en Canal 13, un programa que terminó animando nada menos que Mandolino cuando se murió el Tío Alejandro. De Pin Pon no me pregunten porque no me acuerdo, que tan viejo no soy.

En esos años en blanco y negro las noticias de Teletrece y 60 Minutos no nos llamaban particularmente la atención, aunque paradójicamente nunca he olvidado la siguiente frase que pronunciaba Raúl Matas al inicio de cada edición del noticiario estatal: «Las buenas y las malas noticias». Eso sí, recuerdo perfectamente TV Tiempo (que daban después) con Willy Duarte, así como su precoz fallecimiento que a todos nos dejó marcados… «Se murió el pelao del tiempo».

Las series eran habituales en un medio donde aún los programas de factura nacional eran pocos. Pero habían, como Sábados Gigantes y el Dingolondango. Del primero sobran las referencias, pero del segundo vale hacer una mención ya que fue en este programa donde Chespirito y su grupo estuvieron invitados. Fue en 1977, cuando el Chavo realizó su histórica visita a Chile, en que llenó dos veces el Estadio Nacional. Yo no fui, pero lo vi en el Dingolondango. (Y posteriormente lo conocería en persona).

Creo que recordar aquellos años a través de la televisión da para mucho. La cultura pop surgida de esa etapa, marcada en la memoria colectiva de todos quienes fuimos niños en aquel entonces, es un tema. Un tema que iremos revisando mes a mes en este Kiosko.

Para terminar, quiero dejarles un par de joyas de aquellos años, a ver si refrescan la memoria. Para verlos, piquen sobre cada imagen:

La Muerte de Anthony

Don Ramón en el Festival de la Una

http://www.youtube.com/v/9jJXUfHww0w