Letras Kiosqueras: El terror de vestir un ajuar funerario

El terror de vestir un ajuar funerario
Por Laura Garcia

«Los antiguos peruanos creían que en el otro mundo sus seres queridos echarían en falta los últimos adelantos de la vida precolombina, y por ello les enterraban en gruesos fardos que contenían vestidos, alimentos, vajillas, joyas, mantones y algún garrote, por si acaso. Los arqueólogos, esos aguafiestas del eterno descanso, bautizaron como “ajuar funerario” aquel melancólico menaje, sin saber que así revolucionarían el siempre vivo negocio de las pompas fúnebres.»

Este que acaban de leer, es un extracto del prólogo de «Ajuar Funerario» (Editorial Páginas de Espuma. Madrid, 2004) una selección de 89 cuentos breves de terror, escritos por la pluma magistral de Fernando Iwasaki Cauti (Lima, 1961), que provoca una inevitable sensación de incomodidad y desconfianza tras su lectura. En estas historias circulan seres brumosos que se ven enfrentados a la muerte y precisamente después de ver a la muerte disfrazarse tan notablemente de vida, es el terror lo único que nos queda, congelándonos en cada línea.

Iwasaki siempre ha sido un prodigio creando historias cortas y fue en estos cuentos que consagró su capacidad de materializar el miedo, ya sea presentando a la muerte como un castigo o un premio. La fina mezcla de sarcasmo e ironía, logra que el terror transite libremente entre la risa, la náusea y el desconcierto. Aquí las monjas hieráticas y antropófagas, los muertos que reflexionan sobre su condición y hasta enfermos terminales, entre muchos otros personajes, cobran vida en muy pocas líneas y seducen al lector, atrapándolo y enfrentándolo a sus propias pesadillas. Vale decir entonces que este libro no es apto para insomnes y nerviosos, porque cada espectro, cada suceso inexplicable, cada demonio y hasta las supersticiones amenazan con devorar nuestra tranquilidad.

Quiero destacar un recurso literario que Iwasaki explora y — me atrevo a decir — explota brillantemente: la exageración. Se necesita de exageración para convertir en literatura una de las pesadillas más recurrentes de la humanidad: el terror de vestir un ajuar funerario.

Para muestra de esta obra, un botón que con permiso del mismo Fernando publico en este espacio (Gracias, Fernando).

LAS RELIQUIAS

Cuando la madre Angelines murió, las campanas del convento doblaron mientras un delicado perfume se esparcía por todo el claustro desde su celda. «Son las señales de su santidad», proclamó sobrecogida la madre superiora. «Nuestro tesoro será descubierto y ahora el populacho vendrá en busca de reliquias y el arzobispo nos quitará su divino cuerpo.» Después del santo rosario nos arrodillamos junto a ella. Hasta sus huesos eran dulces.

FERNANDO IWASAKI CAUTI

Para los lectores de este blog que no le conocen, les presento a Fernando Iwasaki Cauti (Lima, 1961, en la foto) Historiador y sin duda uno de los mejores escritores peruanos de nuestros días. Como escritor, se pasea con muchísimo talento entre el ensayo: El Descubrimiento de España (1996), la investigación histórica: Extremo oriente y Perú en el siglo XVI (1992), la novela: Libro de mal amor (2001 y 2005), Neguijón (2005), Mírame cuando te ame (2005) y el cuento: Tres noches de Corbata (1987), A Troya, Helena (1993), Inquisiciones Peruanas (1997), Un milagro informal (2003).

Sus obras han sido celebradas por otros escritores de renombre como Mario Vargas Llosa, Guillermo Cabrera Infante, Juan Manuel De Prada y Jorge Volpi. Interesantes reseñas y críticas de libros, realizadas por él, aparecen en Artes y Letras de El Mercurio. Desde 1989 reside en Sevilla, en donde es director de la Academia Cristina Heeren de Flamenco.